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CONOZCAMOS EL PROCESO QUE DIOS USÓ PARA INSPIRAR A SU PROPIA PALABRA QUE LA HACE ÚNICA
1. La forma como se dio su revelación.
Antes que el hombre pusiera en escrito la palabra de Dios, ésta tenía que ser revelada. Así que este es el proceso mediante el cual los “santos hombres de Dios” escucharon del mismo Señor lo que él mismo quiso que fuera escrito. Para esto, Dios se valió de distintos medios de modo de dar a conocer su especial revelación. De esta manera podemos saber que Dios habló por medio de sus ángeles (Gn. 18; Lc. 1-2). Habló por medio de su voz audible (Gn. 3:9-19). Lo hizo hablando con voz suave y apacible (1 Re. 19:11-12).
Dios nos habló por medio de su naturaleza (Sal. 19), y también lo hizo a través de animales (Nn. 28:28). Pero también lo hizo a través de sueños (Gn. 28:12), de visiones (Is. 6:1-6). Y en lo que podamos llamar la “revelación previa”, lo hizo a través de la llamada “Cristofanía”, lo que también se conoce como la “teofanía”. Desconocemos los detalles cómo Dios se les reveló a esos hombres antiguos, pero contamos con la seguridad que la “profecía no fue traída por voluntad humana”. Los hombres de Dios hablaron bajo la inspiración divina (2 Pe. 1:21). La Biblia que es la base de nuestra autoridad tiene el soplo divino para ser usada con poder donde se predique.
2. La forma cómo se dio su inspiración.
¿Qué significa esto? Bueno, este es el proceso mediante el cual el hombre plasmó en un papiro o pergamino lo que Dios le habló. Así como al principio de la creación del hombre Dios sopló “aliento de vida”, y fue el hombre un “alma viviente”, así también Dios “sopló” en la mente del hombre las palabras que luego serían escritas. El texto que estamos considerando nos afirma la inspiración por si misma de la Biblia (v. 17). El apóstol Pablo confirma la inspiración de la Biblia al decir que la muerte y la resurrección de Cristo fue “conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15: 3, 4).
Cuando escribe a los hermanos de Tesalónicas les recuerda que ellos recibieron, no la palabra de los hombres, sino “la palara de Dios” (1 Tes. 2:13). Y Pedro, quien también creía que los escritos de Pablo eran inspirados (2 Pe. 3:15, 16), nos reafirma su creencia en la inspiración de la palabra de Dios (2 Pe. 3:2). No sabemos cómo lo hizo Dios, pero él tuvo que supervisar todo ese proceso hasta que el hombre lograra escribir lo que ya él había determinado. Aunque algunos cuestionan la inspiración total de la Biblia, otros creemos que “toda la Escritura es inspirada por Dios”. Es el único Libro que vino del cielo.
3. La forma cómo se da la iluminación.
Es el proceso mediante el cual la palabra inspirada por Dios llega a cada corazón. Este es el trabajo que pasa del hombre, con su propio estilo, a la obra del Espíritu Santo, quien enciende la luz en cada corazón hasta convencer y convertir a cada persona por medio del sacrificio que hizo Jesucristo en la cruz. Es en efecto, el momento cuanto el Espíritu Santo te convence de pecado, juicio y verdad. Es el momento cuanto la obra divina, utilizando la palabra, trae convicción y arrepentimiento al hombre pecador.
La iluminación de la palabra nos recuerda el momento cuando Esdras leyó el libro de la ley durante el regreso del cautiverio, y el pueblo se compungió de corazón al oír la palabra de Dios (Neh. 8:1-12). Con esto afirmamos que cuando la palabra de Dios es expuesta, y ella cae en buena tierra, dará su fruto “a ciento por uno”. De todo esto se desprende que cada persona que ha oído la voz de Dios a través de la palabra expuesta, su corazón queda iluminado, compungido y el paso final será una entrega total al Señor. La palabra “viva y eficaz” hace la obra completa.
II. CONOZCAMOS LAS PRUEBAS DE LA INSPIRACIÓN QUE HACEN ÚNICA A LAS SAGRADAS ESCRITURAS
1. Hay una prueba arqueológica.
En su libro: “Y la Biblia tenía Razón”, Werner Keller, científico alemán convertido al Señor, se dio a la tarea de comprobar que las referencias a lugares, personajes y eventos que se registran en la Biblia, se pueden comprobar a través de esta ciencia. Estos descubrimientos arqueológicos han arrojado mucha luz para entender aún mejor la palabra de Dios y saber que los que creemos en ella no somos ignorantes e iletrados que lo único que hacemos es poner nuestra la fe en “un libro negro” al que se ha dado por llamar la Biblia. Así que lo más grande de la Biblia es que los hombres que se han convertido por ella, que antes negaban su poder y eficacia, ahora ellos se han dado a la tarea de comprobar que “la Biblia tenía razón”, y que todo lo descubierto desde el fondo de la tierra, después de muchos años, han revelado, por ejemplo, que el lugar donde nació Abraham es real. Que los tiempos cuando vivió José son auténticos. Que el sello de Baruc, el escriba de Jeremías encontrado, es el mismo... Y así, gracias a la arqueología, la Biblia es un libro de confianza que puede probarse.
2. Hay una prueba científica (Job 26:7).
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